Compartiendo mi soledad…

PrecipicioA veces me siento muy solo. Últimamente es muy normal y he llegado a pensar que la soledad es parte de mi vida, de mi ser, incluso que es una necesidad muy elemental para mí.
Recuerdo que de niño le temía mucho a la soledad, odiaba estar solo en casa y, pensándolo bien, creo que fue en medio de ese temor que nació mi amor por la música, pues la música era mi única acompañante y, lógicamente, Jesusito, mi ángel de la guarda, la Virgen y San José también lo eran, pero yo aún no estaba consciente de eso. Cada vez que me encontraba solo escuchaba música con el máximo de volumen para no sentirme atrapado en medio de esas paredes que me han visto crecer, pero con el tiempo esos sentimientos de tristeza, miedo y desesperación por no tener a nadie cerca para que cuidara de mí en esos minutos o, a veces horas, se convirtieron en parte de mí; es como si mi ser hubiera descubierto que para eso había nacido: para estar solo. Sí, ya sé las preguntas que estarán surgiendo en sus cabezas: ¿no tenía amigos? ¿y por qué estaba solo? ¿no tenía, al menos, alguien a quién llamar? pero mi objetivo no es responder esas inquietudes con estas líneas, lo que yo deseo es compartir mi soledad.
Con el correr de los años aquella soledad tan tenebrosa, frívola y atormentadora que me acechaba muy de vez en cuando se convirtió, sin que yo así lo buscara, en una necesidad de mi ser. Mi mente, espíritu y cuerpo iniciaron una serie de protestas y reclamos para exigirme estar solo, y fue entonces cuando descubrí que en medio de mi soledad podía obtener muchísimas cosas buenas. Inicié la búsqueda de mi autosuficiencia tan soñada y tan maravillosa, me di cuenta que en esos momentos podría reflexionar sobre mi vida, mi entorno, mi gente, mis cosas y hallar soluciones, dudas o respuestas para las situaciones que me rodeaban; fue entonces que descubrí el potencial de mi soledad.
Dije que últimamente «es muy normal» porque he descubierto que la gente nunca estará contigo la totalidad del tiempo. No puedes exigirle a nadie que te apoye, te escuche o te de un consejo en el momento que se te de la gana. Tienes que aprender a valerte por vos mismo, a luchar contra las amenazas que surgen en la penumbra de tu habitación, de tu mente, de tu corazón y, aunque sea difícil, doloroso y, muchas veces frustrante, en algún momento lograrás vencer esas amenazas y enfrentar nuevos retos. La soledad puede llevarte al borde del precipicio, destruirte o, incluso, servirte como excusa para algún vicio o adicción, pero muy por encima de eso está ese hermoso sentimiento que surge dentro de vos mismo al darte cuenta que la soledad es sólo una virtud más, no por antonomasia o en sí misma, pero sí porque vos la podes convertir en ello.

2 Respuestas a “Compartiendo mi soledad…

  1. Me sentí identificada con eso amigo. ¡muchas gracias por compartirlo!. Yo también me siento sola, mucho, y esto me ha hecho ver las cosas desde otro punto de vista.

    Un cordial saludo.

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